Mille regretz

jueves, 17 de septiembre de 2009
He perdido la llave, o he perdido la cerradura. No lo sé. Ahora mismo, sé muy pocas cosas.
Sé, por ejemplo, que no quiero estar donde estoy ahora mismo; sé que no sé hacer nada ni jamás sabré. Sé, también, que todo es confusión e inestabilidad a mi alrededor. Es sorprendente cómo el pesimismo se apodera de una persona en sólo dos días. 
El fallo lo inicia y la indiferencia del entorno le alimenta. 
Lo único que me permitía desahogarme ha desaparecido. Mi mente no deja salir nada y, a cambio, me ha dotado de cierta sensibilidad para dejar entrar otras cosas. Antes disfrutaba la música y no la sentía; ahora la siento y la padezco. 
No ansío el amor, sino el sufrimiento, que no vale para nada. Vivir el presente no es suficiente; pensar en el mañana, en que se vaya, es menú cotidiano.
Y ya, simplemente como conclusión, y muy alejada del amor, quiero, amo, sueño y ansío desesperadamente una compañía que me entienda, que sepa quién soy y qué no tengo. La he encontrado, la veo. Pero se queda solamente en eso; un deseo. Será propio de estas fechas. Pero jamás he estado tan segura de querer a alguien. El amor es una baratija comparado con este sentimiento. 
No te extrañes si me ves caminar feliz, moviéndome de un lado a otro. No sé qué es, jamás lo he sabido, pero siempre ha sido así. 
Supongo que sólo se guardarme las cosas porque jamás a nadie le ha interesado escucharlas. 
No te robo más tiempo con quejas y anhelos. Supongo que será la última carta. 
Quién sabe, el tiempo dirá.

Ana, 11 de Diciembre de 2008. A: Andreas Corelli.


Ahora sé que no, que no será la última carta. Porque cada día es un paso en la vida y en el camino está el dolor. 

Dime, Andreas Corelli, si es verdad que no puede evitarse. Porque yo lo creo.

Only you

lunes, 7 de septiembre de 2009

Para mí, tu vida es todo un misterio. Pero al ver el resultado, desgraciadamente, no me queda más remedio que admitir que es verdad que el fin justifica los medios. 

El dolor hace que la perfección fragüe. Y tú eres tan perfecto... ¿Cómo quiere la razón hacerme olvidar? ¿Cómo pretenden los demás volverte normal?